Tuesday, January 17, 2006

Fuertes y débiles

Quería comentar aquí sobre un tema que me resulta atractivo. A muy groso modo, el mundo puede dividirse en fuertes y débiles. Evidentemente, todos somos fuertes en algunos aspectos y débiles en otros, y esto va cambiando a lo largo de nuestra vida. Pero para cualquier aspecto en un momento determinado, todos sabemos si nos sentimos fuertes o débiles ante el. En este texto voy a utilizar las palabras fuerte y débil en un sentido muy genérico. Uno es fuerte si tiene algo de lo que otro carece. Por ejemplo, el ser capaces de cantar bien nos hace fuertes en ciertos contextos.

En el caso de una persona con una debilidad, que no es el resultado de su propia elección, el resto de la sociedad (los fuertes) normalmente sienten que deben ayudarla. Por ejemplo, todos nos compadecemos ante una persona paraplejica. De hecho, muchos sentimos una punzada de culpabilidad cuando vemos a gente dormir en la calle o a mendigos pidiendo en el metro. De la misma manera, los débiles sienten que deberían ser ayudados. Creo que esto es parte de la naturaleza humana. Por supuesto que hay personas que defienden que si has tenido mala suerte, si has nacido sin piernas, si eres ciego, etc., pues tienes que conformarte con ello, pero salvo personas sin la más mínima empatía, tienen que luchar contra algún sentimiento de injusticia que les roe por dentro. Como el egoismo es también parte de nuestra naturaleza, la mayor parte de nosotros no tenemos demasiadas dificultades en darnos más a nosotros mismos que a aquellos que han tenido menos suerte. Pero el sentimiento está ahí y normalmente tenemos que valernos de justificaciones del tipo: "pide dinero para gastarselo en bebida".

Cuando a alguien le falla un órgano físico, ya sean las piernas, o un riñón, y esto no ha sido culpa del desafortunado, no tenemos ninguna dificultad en decir "ha tenido mala suerte, merece alguna ayuda". Pero, ¿qué ocurre cuando es el cerebro el que falla?. Una vez más, si el defecto es grande, como la locura, o la esquizofrenia, tampoco tenemos problema en reconocer que no es culpa suya y merece ayuda. ¿Y si el defecto es más leve?. Siempre he pensado que entre la salud mental perfecta (si es que eso existe) y la enfermedad mental, hay un continuo de posibilidades y que todos ocupamos un lugar en ese continuo. Por ejemplo, algunas personas tienen menos voluntad que otras, algunas se dejan llevar por las emociones con más facilidad, o les resulta mas dificil no dejar las cosas para el final (la famosa procastinación), o no pueden evitar pensar una y otra vez en lo mismo (neurosis), o tienden a ser negativos, o depresivos, o paranoicos, etc. etc. Evidentemente, todos estos aspectos nos hacen funcionar peor, pero en este caso nadie nos va a reconocer que, por tener menos voluntad o ser de naturaleza depresiva, merecemos más que aquellos que tuvieron más suerte. No estoy hablando de la enfermedad de la depresión, sino de naturalezas más bien tristonas o negativas. Nadie considera eso una enfermedad, pero afecta a nuestro funcionamiento.

Por ejemplo, si no has conseguido acabar un trabajo porque te sentías enormemente desanimado por tu naturalez depresiva, no puedes dar esa razón a tu jefe. Pero si careces de manos, nadie te va a acusar de no haber podido pasar a máquina un informe. De alguna manera, los defectos mentales leves se consideran parte de nuestra responsabilidad, de nuestra voluntad. Al "es que me sentía desanimado" te responderán con "pues haberte animado". De alguna manera, se supone que esos pequeños defectos están bajo nuestro control, y que si no los controlamos, es en el fondo culpa nuestra. "Es que en realidad, no quieres hacer el trabajo", se nos dirá. No es de extrañar que la depresión no haya sido considerado una enfermedad durante mucho tiempo. Y todavía se escriben libros afirmando que no es una enfermedad, sino un problema de la voluntad. Es decir, "en el fondo, no quieres, es culpa tuya".

Sin embargo, si como sabemos hoy en día, el cerebro es un simple órgano que produce comportamientos, en el mismo sentido en que el páncreas produce bilis, no se puede responsabilizar a una persona de que su cerebro está ligeramente estropeado, no más de que tu páncreas genera poca bilis. Lo cierto es que la voluntad es una habilidad como cualquier otra, y de la misma manera que no se puede acusar a alguien de no poder levantar 100Kg, tampoco se puede acusar a alguien de no tener suficiente fuerza de voluntad. Es cierto que tanto la fuerza física como la de voluntad pueden ser desarrolladas, pero las condiciones iniciales en las que nacemos no son responsabilidad nuestra. Y la voluntad es un caso extremo porque, ¿cómo desarrollar tu fuerza de voluntad cuando no tienes fuerza de voluntad para empezar?. A este dilema se enfrentan las personas con depresiones sevaras, y la única manera de salir del hoyo es contar con ayuda externa.

Cuando varias personas discuten sobre un tema, hay que distinguir entre las razones que se dan y los motivos reales que los llevan a apoyar una determinada opción. Es decir, hay que distinguir entre motivos reales y excusas. Por ejemplo, uno puede decir que se invade Irak por el riesgo de que allí haya armas químicas, mientras que el motivo real es el control estratégico de dicho pais.

Cuando el débil dice "es que no puedo, no me alcanza la voluntad", el fuerte piensa "en el fondo no quiere, no voy a tener compasión de el". Tanto lo que dice el débil como el fuerte son a veces motivos reales, y a veces meras excusas. Por ejemplo, en ocasiones alguien puede simular debilidad y decir "es que no puedo" para intentar conseguir que algún otro haga su trabajo. En ese caso sería una excusa. Sin embargo, otras veces es la pura realidad, esa persona no tiene la voluntad lo suficientemente desarrollada. PAra el fuerte la situación se repite. A veces tiene razón, pues el débil sólo simula serlo para aprovecharse. Pero en otras ocasiones, el fuerte usa el "en el fondo no quieres" como excusa, para no darle al débil parte de su riqueza. Hablo de riqueza en un sentido general, como aquello que se tiene por encima del os demás. Riqueza no merecida, desde luego. No tiene más mérito el que nace con mayor fuerza de voluntad que el que nace en una familia rica, a pesar de que la sociedad nos hace creer que tiene más mérito la persona de voluntad fuerte, que de alguna manera, lo que consigue se lo ha ganado el mismo, cuando en realidad parte de lo que ya tenía.

En resumidas cuentas, el libre albedrío, la idea de que la voluntad tiene un control absoluto de nuestras acciones, es falsa, es un mito moderno. Tan mítico como Zeus. Esto alcanza su extremo en la religión cristiana, donde eres tan responsable de tus actos, hasta el punto de que puedes condenarte para toda la eternidad. O en el hinduismo y el budismo, donde una mala acción tuya genera un karma negativo que te hace renacer en una criatura inferior. Aunque hay que reconocer que en este segundo caso, el mecanismo del karma es algo automático, no hay un dios que decida que eres culpable, sino que es una especie de ley de la naturaleza, automática, no muy distinta a que si pones la mano en el fuego, te quemas.

¿Quien se beneficia del mito moderno de la voluntad?. Por un lado los fuertes de voluntad. No necesitan sentirse culpables por haber nacido con mayores posiblidades que otros. ¿Quienes pierden?. Los débiles auténticos. Aquellos que nacen flojos en voluntad, jamás nadie les reconocerá su debilidad, y sufrirán toda la vida entre lo que saben que no pueden hacer, y lo que la sociedad les dice que deberían poder hacer y no quieren.

Recuerdo un framgemente de una película ("Los lunes al sol")en el que el protagonista está leyendo el cuento de la cigarra y la hormiga. A la hormiga se le da todo el mérito de su trabajo y a la cigarra se la culpa de su vagancia. El protagonista se enfada diciendo (mas o menos) "el que ha escrito este libro es un cabrón, no cuenta toda la historia, porque ¿quien ha decidido quien nace cigarra y quien hormiga?". Muchos dirán que es muy cómodo culpar a los genes o a la educación, pero no deja de ser verdad de que hay gente que nace en inferioridad de condiciones, y que también es muy cómodo para los fuertes soltar excusas para evitar ayudar al débil.

Pero también es cierto que la debilidad se puede simular y que los supuestamente débiles se pueden aprovechar de personas excesivamente compasivas. Y también ocurre que la voluntad es una habilidad que, en principio, se puede desarrollar, por lo que la negativa de los fuertes para compartir, supone un incentivo para ser más fuerte uno mismo.

Creo que se pueden clasificar los sistemas económicos con las ideas anteriores. El sistema liberal atribuye completa responsabilidad al individuo. En USA, se habla de "perdedores" como un insulto (esto no ocurre todavía en España, afortunadamente). Si has caido en el hoyo, si eres pobre, es culpa tuya, solo tuya. Y si te quedas en el, sólo tu eres el responsable. En el fondo no quieres trabajar, te quieres aprovechar de los sistemas de asistencia social, eres un vago, etc. Evidentemente, este es un sistema completamente injusto para aquellos que son débiles de verdad, porque el supuesto del libre albedrío es falso. En teoría, un sistema igualitario como el comunismo sería más justo para los débiles auténticos, porque reparte entre todos, lo que los fuertes tienen por pura suerte. Desgraciadamente, todos sabemos que en el mundo comunista también había fuertes y débiles, esta vez en la jerarquía del partido comunista. Además, un sistema igualitario tendría muchos problemas con los parásitos, o sea, con los débiles de pacotilla, y haría que simular ser débil se convirtiera en una buena estrategia para vivir a costa del vecino. Se sabe que la confianza ciega es una estrategia evolutivamente inestable: siempre aparecerá alguien que se aproveche de ello.

Curiosamente, el budismo rechaza la idea de que exista un yo que controla nuestras acciones. Justamente, la iluminación budista consiste en darse cuenta de que ese yo no es lo que parece y de que nosotros, no somos eso y de que nuestras acciones están condicionadas. Ese yo controlador, según el budismo, es una ilusión.

Quería finalizar ya con las siguientes conclusiones:

- El mito de que somos seres que decidimos nuestras acciones de manera libre, el mito de la voluntad o del libre albedrío, es falso. El cerebro es otro órgano más y la voluntad es simplemente una habilidad, que dependerá de la genética y de la educación. No somos responsables de esa habilidad inicial, a pesar de lo cual nuestras sociedades asumen que si somos responsables de nosotros mismos casi de una manera absoluta, a excepción de casos extremos (ej: locura) o atenuantes (ej: drogas, alcohol).

- Esto es injusto con las personas que son auténticamente débiles con respecto a la voluntad, porque se supone que tienen algo de lo que realmente carecen. Es como suponer que cualquiera puede correr, aunque no tenga piernas. Esto genera grandes cantidades de sufrimiento en personas realmente débiles. Aquí me estoy refiriendo a la debilidad como debilidad en voluntad, pero podría hacerlo con otras formas de debilidad. Pero ocurre que la voluntad es una parte central de nuestras personalidades de lo que supuestamente somos. Imaginemos a una persona deprimida, que tiene una dificultad y que no puede con ella, pero que otra persona que no tiene ese problema se niega a ayudarla afirmando que si se quiere, se puede. La segunda persona simplemente se niega a involucrarse basandose en una falsedad. Y eso generará sufrimiento en la primera persona.


- Las sociedades donde impera el capitalismo salvaje son extraordinariamente injustas con estas personas. En esos casos, la idea de responsabilidad es una excusa del fuerte para no tener que ayudar al débil.

- Desgraciadamente, la debilidad se puede simular, se puede mentir. Por ello no es de extrañar que las sociedades hayan evolucionado medios de ignorar las quejas de los débiles. Distintas sociedades lo hacen en distinto grado. Si fuera posible determinar de manera exacta la fortaleza de voluntad de una persona (u otras habilidades mentales), los fuertes no tendrían excusa para negarse a compartir su buena fortuna con los débiles. Simplemente, sería injusto no compartir lo que tienes por pura suerte.

- Por último, me parece que esa idea del yo con libre albedrío, responsable y culpable, es una especie de imposición social. Es un invento, una ficción, útil para organizar la sociedad, para contrarrestar a los falsos débiles, y para motivar a los débiles a que se hagan más fuertes y a que cambien su comportamiento. Ese "yo" que nosotros sentimos como nuestro propio centro, es simplemente una ingerencia de lo social dentro de nosotros mismos para que nos sintamos responsables de hechos que, en realidad, no lo somos.

"We have found the enemy. He is us."
Pogo.


Hari Seldon

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