Tuesday, March 27, 2007

El infierno existe y es eterno. La cultura católica del terror absoluto

!Así que mucho ojito con lo que haceis!

Y dice el Papa que los que creemos en la eutanasia somos la "cultura de la muerte". Ellos son la "cultura del terror absoluto". Fueron los cristianos quienes colocaron el infierno eterno en su doctrina. Claro, que los islamicos no se han quedado atrás . Los judios no tienen una noción clara de lo que pasa después de la muerte, mucho menos de un infierno eterno. Así que eso, junto con la historieta del pecado original, se la inventaron los cristianos (en el judaismo tampoco existe).

Sólo un comentario breve. ¿Qué valor puede tener para Dios el que una persona siga sus normas por miedo al Infierno o por el beneficio del Cielo?. Dicho de otra manera, ¿qué opinariamos de una persona que nos quisiera por lo que pueda obtener de nosotros o por miedo a lo que podamos hacerle?. Creo que esto habla por sí solo de la clase de mentalidad de muchos católicos y del propio Benedicto. La cultura del terror absoluto.

Hari Seldon.

1 comment:

Hector V. Diaz (duva) said...

"Mencioné antes que (en mi sueño) el inmaturo Hacedor de Estrellas parecía haber reaccionado ante el trágico fracaso de su primer experimento biológico con una suerte de alegría diabólica. En muchas creaciones subsiguientes parecía también que se le dividiese la mente. Cada vez que una potencialidad insospechada de la sustancia que había objetivado y sacado de las honduras del inconsciente perturbaba de algún modo su plan creador consciente, el Hacedor parecía sentir no solo frustración sino también una satisfacción sorprendida, como si hubiese satisfecho inesperadamente un apetito que no había reconocido hasta ese entonces.
Esta dualidad mental dio a luz con el tiempo un nuevo modo de crear. Hubo una vez, en el desarrollo del Hacedor de Estrellas, tal como me lo representaba en este sueño, en que llegó a disociarse en dos espíritus independientes: el ser esencial, el espíritu que perseguía la creación positiva de formas espirituales y vitales y una conciencia mas y más lúcida, y por otra parte un espíritu destructivo, rebelde y cínico, que no podía haber existido sino como parásito de las obras del otro.
Una y otra vez el Hacedor disoció estos dos modos de sí mismo, objetivándolos, como espíritus independientes, y permitiéndoles que luchasen entre ellos por el dominio de un cosmos. Uno de estos cosmos -un eslabón de tres universos- recordaba de algún modo a la ortodoxia cristiana. El primer universo estaba habitado por individuos dotados con diversos grados de sensibilidad, inteligencia e integridad moral. Aquí los dos espíritus se disputaban las almas de las criaturas. El espíritu "bueno" exhortaba, socorría, recompensaba, castigaba: el espíritu "malo" engañaba, tentaba, y destruía moralmente. En la hora de la muerte las criaturas pasaban a uno o a otro de los dos universos secundarios: un cielo intemporal y un infierno intemporal. Allí experimentaban un instante eterno de extática comprensión y adoración o un tormento extremo de remordimiento.
Cuando el sueño me presentó esa imagen bárbara y vulgar, sentí al principio incredulidad y horror. ¿Cómo era posible que el Hacedor de Estrellas, aun en su inmadurez, condenara a la agonía a sus criaturas por una debilidad que él mismo les había impuesto? ¿Cómo una deidad vengadora podía exigir adoración?
En vano me dije que sin duda mi sueño había falsificado la realidad. Yo estaba convencido de que en este aspecto mi sueño no era falso, y que expresaba por lo menos una verdad simbólica. No obstante, aun ante esta actitud brutal, aun sacudido por la repulsión y el horror, veneré al Hacedor de Estrellas.
Para excusar mi adoración me dije a mí mismo que este terrible misterio escapaba a mi comprensión, y que en el Hacedor de Estrellas aun una crueldad tan obvia debía de tener justificación. Quizás la barbarie había aparecido solo en la inmadurez del Hacedor de Estrellas. Quizá mas tarde, cuando fuese completamente él mismo, la dejaría atrás. Pero no. Yo sabía ya, profundamente, que esta crueldad se manifestaría aun en el ultimo cosmos. ¿Era posible que se me hubiese escapado algún hecho clave que podía explicar este humor vengativo? ¿No era posible que todas las criaturas no fuesen más que ensoñaciones del poder creador, y que al atormentar a sus criaturas el Hacedor de Estrellas se atormentara también a sí mismo en esta aventura en la que intentaba expresarse? Quizá el mismo Hacedor de Estrellas, aunque poderoso, estaba limitado por algunos principios de lógica absoluta, y uno de estos principios era quizá el de la indisoluble unión entre la tradición y el remordimiento en todos los espíritus despiertos a medias. ¿Había aceptado entonces el Hacedor en este extraño cosmos, las ineluctables limitaciones de su arte? ¿No era posible que yo respetara en el Hacedor solo el espíritu "bueno" y no el "malo"? ¿No estaría tratando él de arrancar el mal de sí mismo mediante este recurso de la disociación?
Esta ultima explicación me fue sugerida por la rara evolución de aquel cosmos. Los habitantes del primero de los mundos tenían una inteligencia y una integridad moral muy bajas y pronto el infierno estuvo atestado mientras que el cielo permanecía casi vacío.

Pero el Hacedor de Estrellas, en su parte "buena", amaba y compadecía a sus criaturas. El "buen" espíritu decidió por lo tanto entrar en la esfera mundana y redimir a los pecadores con su propio sufrimiento. Y así se pobló el cielo, aunque sin despoblarse por eso el infierno. ¿Adoraba yo entonces, únicamente, el aspecto "bueno" del Hacedor? No. Irracionalmente, pero con convicción, me inclinaba ante los dos aspectos de aquella dual naturaleza: el "bien" y el "mal", la gentileza y el terror, lo humanamente ideal y lo incomprensiblemente inhumano. Como un amante ciego que niega o excusa los defectos flagrantes de su amada, yo trataba de paliar la inhumanidad del Hacedor de Estrellas, glorificándola positivamente al mismo tiempo. ¿Había entonces algo cruel en mi propia naturaleza? ¿O mi corazón reconocía vagamente que el amor, la suprema virtud en las criaturas, no era un valor absoluto en el creador?"

Este es un fragmento extraido del libro "hacedor de strellas" que puede usted descargar de esta direccion: http://narrativa.my-webs.org/bajar.php?nrx=22955

Su comentario es bastante bueno.
Un saludo.